Jesús ha venido a sanar los corazones atribulados, heridos...dice la Palabra de Dios. Él puede sanar las heridas que hemos recibido en la gestación, en la infancia, la adolescencia, en la juventud, en la adultez o hasta la edad presente de todo lo que haya dejado ese pasado y que ha influenciado en nuestras actitudes y que de alguna manera nos marcaron y que hasta hoy en día esas heridas no nos permiten ser libres, tener paz o contribuyen a nuestra infelicidad.
Pidamos a Dios que nos sane abriendo nuestro corazón, que él vaya tocando y cicatrizando aquellas heridas que nos afectan también en nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás.
Trabajemos sobre nuestros recuerdos que generalmente quedan en nuestra memoria interior; estos recuerdos dolorosos producen traumas y complejos a la luz del Amor de Dios:
Invocamos primeramente al Espíritu Santo:
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entre ambos,
creamos en todo tiempo,
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén. (J.P.II)
Clamamos Señor Jesús tu Sangre Preciosísima por el cual hemos sido redimidos del pecado, del mal... tu poderosa sangre que derrames sobre nuestro ser, sobre toda nuestra historia, y toda nuestra vida por tu inmensa misericordia...recorre cada rincón de nuestro pasado especialmente aquellos momentos más difíciles y dolorosos que hemos sobrellevado.
Por tus llagas Señor nos haz redimido y somos liberados de la maldición del pecado y de la muerte; sánanos de los malos recuerdos, de las heridas que dejaron aquellos y que nos marcaron y no nos permiten ser verdaderamente libres para recibir las gracias de tu amor Padre Santo.
Sánanos y libéranos en todas las áreas de nuestro ser, la psicológica, la emosional, la esperitual, la afectiva y todas aquellas que nos han afectado y en el nombre de nuestro Señor Jesucristo renunciamos a todo mal y sea enviado a los pies de la Santa Cruz todo lo que esté mal toda contaminación y seamos sanados de todas las heridas... por la intercesión de la Santísima Virgen María y los arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel.
¡Oh Sangre y Agua que brotaste del corazón de Jesús, como manantial de misericordia para nosotros en vos confío y espero!
Gracias Señor por lo que estás realizando en nuestras vidas, te alabamos, te bendecimos y te adoramos!!!
Tres veces Gloria al Rey de Reyes!!!
Que estés muy bien!!!... Bendiciones para ti y toda tu familia!!!
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